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miércoles, 29 de junio de 2011

EDITORIAL TIERRAS TAURINAS 9

DETERMINISMO UNIVERSAL
Y SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO


En 1814, cuando la ruina que asolaba a los Condes de Vistahermosa parecía irreversible y nada permitía pensar que sus toros sobrevivirían, el físico francés Pierre-Simon Laplace sentó las bases teóricas que permiten explicar el éxito posterior del encaste que estos habían creado. Dos siglos más tarde, mientras que los toros de Vistahermosa daban origen al encaste Parladé y su rama Tamarón, la teoría sobre el determinismo universal desarrollada por Laplace permite, en efecto, comprender cómo éste eliminó todo lo demás, y por qué motivo no podría haber sido de otro modo. Según esta teoría, una inteligencia "que conocería todas las fuerzas cuya naturaleza es animada y la respectiva situación de los seres que la componen, abrazaría en la misma fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y así como del átomo más ligero: nada resultaría incierto, y el futuro, como el pasado, estaría presente ante sus ojos". Es decir, él que habría podido predecir en 1814 el potencial de los toros de Vistahermosa, la genialidad de algunos toreros, la sensiblería creciente que desencadenaría un siglo más tarde en la adopción del peto, el gusto creciente del público por la estética, la incidencia de la revolución industrial sobre la noción de mercado, la progresiva feminización de la sociedad de consumo, la emergencia de la reglamentación europea y del pensamiento Walt Disney, así como la materialización de la sociedad del espectáculo presentida por Debord teniendo como base las teorías marxistas; pero también el papel determinante que jugará una semi-docena de ganaderos en manos de los cuales la cabaña brava pasaría desde 1814; porque éste, en virtud del determinismo universal, hubiera podido prever que el espectáculo taurino cambiaría de órbita, y que el toro que mejor se adaptaría a estos cambios sería el de Vistahermosa, en su versión Parladé, o mejor dicho Tamarón.

Esta visión científica de la odisea taurina desemboca en el recuerdo de la del espacio imaginada por Stanley Kubrick, con su ordenador HAL, cuya memoria enciclopédica no almacena sentimientos en el momento de tomar las más drásticas decisiones. Abordar la génesis del encaste Tamarón bajo el ángulo exclusivo de esta visión futurista equivale a minimizar el sentido de los aficionados, los cuales, en oposición a la inteligencia fría y artificial de HAL, recalientan sus vivencias al fuego enérgico de la pasión. En efecto, si quiere comprenderse la evolución del encaste Tamarón, cuyo éxito indiscutible va acompañado por un fenómeno de rechazo desproporcionado, hay que hacer caso omiso de este mismo; con el fin de no caer en la trampa de un dogmatismo excesivo contrario al esfuerzo de análisis que conviene conservar, evitando zozobrar en la maldición furiosa en la cual el mundo del aficionado jamás ha sido tacaño. Dicho esto, varias cuestiones se ponen sobre la mesa. La primera invita a preguntarse si este predominio del encaste Tamarón es irreversible o si, por el contrario, con arreglo a nuevos datos, la ley del determinismo universal permite prever que la situación es susceptible de evolucionar en otra dirección. El primer parámetro que hay que tener en cuenta es la existencia de dos teorías radicalmente opuestas: según la brillantemente desarrollado por Juan Pedro Domecq "Del toreo a la bravura", los ganaderos contemporáneos crean el toro que los toreros necesitan para ofrecerle al público el espectáculo que desea. Una teoría rechazada por la sección nostálgica de la afición, para la cual, este tipo de espectáculo precipita la decadencia del arte taurino. Desgraciadamente no podemos resolver esta controversia a través de la lógica común de toda relación de fuerza, en la medida que, dividida en exceso, la afición parece incapaz, excepto algunos casos puntuales, de imponer sus elecciones a un sector profesional omnipotente y sordo a sus exigencias, el cual contesta que tiene la obligación de organizar el espectáculo que la mayoría del público espera. El segundo parámetro se resume en una cuestión: ¿el espectáculo actual puede revelarse perenne en una sociedad en profunda mutación y en la cual, paradójicamente, puesto que es su reflejo perfecto, en el sentido de que su evolución corresponde con la visión de Marx de que "la riqueza de las sociedades en las que reina el modo de producción capitalista se anuncia como una acumulación inmensa de mercancías", postulado que Debord desvió explicando que "toda la vida de las sociedades en las que reinan las condiciones modernas de producción se anuncia como una acumulación inmensa de espectáculos"?

Un ejemplo basta para explicar esta tésis: en 1904 Fernando Parladé vendió cinco corridas. En 2004, con alrededor de 1900 espectáculos taurinos mayores celebrados en España, por lo menos 1500 provenían de diferentes ramas del encaste al cual dio origen. En un siglo, a partir de una vacada de 258 madres, hemos pasado de 32 toros a 9000 toros o novillos, nacidos de una población de madres que alcanza las 20000 cabezas, un aumento, no obstante, menos exponencial que el que produjo los siete millares de humanos a partir de nuestro supuesto antepasado común Lucy. ¿Esta multiplicación de ambas especies, la nuestra y la de Tamarón, viene acompañada forzosamente por una degeneración? Es la cuestión que conviene plantearse. Porque, en cuanto a Tamarón, el aumento espectacular de la producción en apenas un siglo responde por supuesto a una acumulación de espectáculos y se explica por el cuidado de los ganaderos en optimizar la comercialización de sus productos disminuyendo los riesgos inherentes de la ganadería. Lo que conduce a que varios abandonen la ganadería extensiva generalizada a principios del siglo XX a cambio de favorecer una ganadería cada vez más intensiva que incide sobre el comportamiento del toro, y en la que cabe preguntarse si la multiplicación excesiva de las operaciones de manejo no desemboca en una domesticación. Una sobreproducción que también va en contra de la biodiversidad que había prevalecido durante mucho tiempo. Marginados comercialmente cerca de medio siglo, los encastes minoritarios cayeron conforme a la ley de selección natural: cuando el número de sus reproductores disminuye, el capital genérico de la especie decrece también, en la medida en que los primeros sólo transmiten una fracción de la diversidad genética inicial a las generaciones posteriores. Queda, pues, un empobrecimiento genético de la población que los científicos definen como el fenómeno de estrangulamiento, mecanismo de evolución de las especies que se revela mortal a largo plazo cuando, no pudiendo regenerarse, la especie decae por exceso de consanguinidad. A la inversa, aumentando su población de manera exponencial, el encaste Tamarón consolidó y transmitió su variedad genética, asegurando su desarrollo, hasta el punto de que el término del monoencaste que le es adjudicado puede parecer excesivo si tenemos en cuenta la diversidad de sus ramas. Cada vez más numerosa, su población es, pues, más diversificada y menos sometida a los azares exteriores que debilitaron a otros: epidemias, medidas sanitarias, consanguinidad, degeneración, incluso desinterés del público o de los toreros.

Desde el punto de vista de la evolución de las especies y de las leyes económicas del mercado, el fenómeno parece, pues, irreversible, y respecto a la teoría de Laplace sobre el determinismo universal, el encaste Parladé pronto acabará provocando la desaparición de todos los demás, como el Neandertal se extinguió en provecho del Cromagnon, y como especies diversas dejan de existir cada día en el planeta debido al reinado de los seres humanos. Afortunadamente para los aficionados a los que esta situación inquieta, por muy universal que sea el determinismo, éste puede ser corregido en todo momento con arreglo al principio de incertidumbre que evidenció Heisenberg (1927), según el cual es imposible conocer con infinita precisión la posición y velocidad de una partícula, salvo con la ayuda de una función de probabilidad. Es decir, el mismo HAL puede equivocarse en sus previsiones si su análisis se basa en datos incompletos, lo que, en el campo que nos ocupa, alimenta la esperanza, por cierto muy débil, de un cambio de rumbo. ¿Quién, por ejemplo, hace diez años solamente, habría previsto el voto catalán? ¿Y quién, de la misma manera, puede afirmar que el público no se cansará un día del espectáculo que se le ofrece, si el sector profesional se obstina en no escuchar su voz? Estos dos vectores potenciales de evolución, uno externo, el otro interno, de los que nadie hoy puede medir los efectos, son igualmente determinantes, pero sus consecuencias resultan opuestas: si el empuje abolicionista se propaga, sobrevendrá la cuarta fractura estructural de la evolución del espectáculo que, después de haber abandonado su naturaleza caballeresca en provecho del toreo a pie (1710), de haberse organizado en la lidia (1839), de haber impuesto el peto (1928), probablemente evolucionaría hacia una disciplina más artística que guerrera renunciando a la muerte del toro. Dentro de esta óptica catastrófica, el Tamarón moderno aparece como el socio ideal, puesto que su bravura sofisticada desemboca la mayoría de las veces en una previsibilidad tal que hace superfluo el castigo antaño necesario en el primer tercio; hasta tal extremo que éste es hoy a menudo simulado y que algunos ganaderos consideran que puede suprimirse, algo que evidentemente niegan los aficionados, para quienes este tercio es la única prueba de la autenticidad del espectáculo. Empujando el raciocinio hasta el absurdo, nada, ni mucho menos el toro de Tamarón, se opondría a la emergencia de las corridas incruentas que representan el último estadío de una evolución cuya lógica parece ineludible desde hace un siglo, y que sólo la capacidad de indignación de los aficionados parece capaz de frenar.

No obstante, si este guión catastrófico se confirmara más o menos a largo plazo, salvo un desafecto hipotético y sin fisuras del público que acabaría cansado por la nobleza demasiado insípida del Tamarón moderno, no creemos que nadie pudiera volver a disputar el lugar preponderante que éste ocupa sobre el mercado, a menos, lo que es poco probable, de establecer cuotas favorables para los encastes hoy marginados, bajo la condición, por supuesto, de que su propia capacidad evolutiva les permita alcanzar en los ruedos el alto nivel exigido en el contexto actual, pero también en el que emanaría de una prohibición parcial que acabaría en una mudanza radical del espectáculo taurino. Estos trastornos profundos que hay que contemplar respecto a la lógica del determinismo universal, lejos de volver a discutir el predominio del encaste Tamarón, probablemente lo reforzarían. No obstante, en la medida en que el contexto actual es susceptible de evolucionar, lo que era probable en el instante primero, no lo sería forzosamente una ínfima fracción de segundo después. Contrariamente a la hipótesis del determinismo clásico de Laplace, el principio de incertidumbre de Heisenberg permite esperar una nueva planificación de las cosas, pues parece implicar que el Universo obedece también al juego libre del azar y la necesidad. En materia de tauromaquia, el principal factor de incertidumbre reside hoy en la situación económica de un mercado que sufre la crisis, así como la supresión de numerosos espectáculos desembocando en una sobreproducción ganadera que provoca el desplome de los precios y puede comprometer la supervivencia de un alto número de ellas, sin, no obstante, poner en tela de juicio el lugar preponderante del encaste dominante. Porque dentro de toda lógica, esta verdadera hecatombe que algunos predicen debería, al contrario, favorecer la influencia de éste sobre el mercado y penalizar a los que están en posición de debilidad. En materia ganadera los cambios son extremadamente lentos y toda selección necesita, al menos, una década para plasmarse. Pero tratándose del éxito hipotético de una tendencia que pretendería acabar con el "todo Tamarón", para favorecer una mejor biodiversidad en material ganadera, se necesitaría al menos un cuarto de siglo. Es decir, casi la vida entera de un ganadero, porque si el curso de la historia se precipita, en materia ganadera jamás hay generación espontánea. La historia del encaste dominante lo confirma: de su emergencia hasta su supremacía, transcurrió un siglo. La verdadera cuestión que cabe plantearse pues, es saber si, respecto a su riqueza y diversidad, el encaste Tamarón es susceptible de evolucionar en una dirección conforme al gusto de los aficionados.

Depositario de su núcleo duro que ampliamente ha contribuido a diseminar, el añorado Juan Pedro Domecq Solis, era quien se encontraba en mejores condiciones para responder a esto. Es también quien ha ido más lejos en el determinismo histórico, algo que los aficionados ortodoxos no parecen dispuestos a perdonarle. Sus teorías suenan como herejías dentro de la afición que, fortalecida por el mal momento que atraviesa su ganadería, no digiere dos de sus más polémicas afirmaciones: la primera, cuando unió a sus toros el calificativo de artistas; la segunda, cuando anunció que el tercio de varas debía ser suprimido. De haber sido proferidas por un ser extravagante, nadie les habría prestado atención. Pero Juan Pedro Domecq encarnaba, mejor que nadie, la continuidad de un oficio que no ha dejado de evolucionar. Su trabajo, cada uno puede juzgarlo a través del buceo en los secretos de Lo Álvaro, donde el ganadero, pocos meses antes de fallecer, abrió todos sus cercados, sus libros y sus programas con la misma generosidad y nobleza que demuestran sus toros. Porque una realidad se impone: todos los hilos del monoencaste Tamarón convergen en Lo Álvaro, y todo buen aficionado debe poner el empeño de comprender lo que sucede allí: ¿asistimos al fin de un ciclo después de que los extremos nacidos del encaste Tamarón hayan acabado parcialmente en un callejón sin salida o podemos, al contrario, considerar que el futuro que se aproxima será más radiante que nunca? Sin prejuzgar lo que será mostrado y las conclusiones que cada uno puede sacar, se puede pensar que el gran combate de la afición residirá en los próximos años, más que en la inversión de la tendencia hegemónica hoy favorable a Tamarón, en las condiciones de crianza adoptadas en las ganaderías que proceden de el. Susceptible de ofrecer lo mejor y peor, y en esto no tiene exclusividad, el encaste Tamarón, está hoy confrontado con la cuestión de la domesticación inducida, de la cual se comienza a percibir los efectos. ¿Sabrán dar marcha atrás los ganaderos? ¿Las autoridades serán capaces de ayudarles? ¿Los toreros aceptarán adaptarse para lo que ellos supondría una regresión? Insumiso al principio de incertidumbre a pesar de haber demostrado que toda verdad era relativa, Albert Einstein afirmaba, para apoyar el determinismo universal al cual se adhería: "Dios no juega a los dados". Afirmación que le valió una respuesta brusca por parte de Niels Bohr: "¡Einstein, deje de decirle a Dios lo que debe hacer!". Para el futuro del encaste Tamarón, y a través de él la tauromaquia entera, la única intervención capaz de orientar la evolución es la de los aficionados. ¿Sabrán dejar oír su voz para imponer un punto de equilibrio que satisfaga al alfa y el omega del fondo Tamarón ? Es lo que cabe esperar.

TIERRAS TAURINAS. A LA VENTA DESDE HOY!!!


TAMARÓN,
ALFA Y OMEGA DE UN MONOENCASTE


El opus 9 esta dedicado al encaste Tamarón .

Predominante desde más de tres decadas, el encaste Tamarón fue fundado por José Mora-Figueroa y Ferrer, VII Marques de Tamarón, quien decidió reunir las dos ramas de Vistahermosa separadas desde hace medio siglo : la de Parladé que provenía de Murube a través de Ybarra, y la de Urcola.
Cuidado conesmero por el Conde de la Corte durante medio siglo, en manos de la familia Domecq el encaste Tamarón ha conquistadoel mercado, hasta tal punto que se le achaca la desaparición anunciada de todos los demás.
A través de una minuciosa investigación, este opus desvela muchos datos ocultados hasta ahora y sienta las bases de una reflexión sobre el futuro de la Fiesta, la cual se puede resumir en una simple pregunta : ¿ Sabrán los numerosos ganaderos del encaste Tamarón encontrar el necesario equilibrio entre casta y toreabilidad, que son el alfa y omega de la Fiesta ?
De no ser así, a pesar de todos los indultos que se antojen, por muy bien que se toree y por mucho que le guste al respetable público de aluvión, tal y como los toros del añorado Juan Pedro Domecq que triunfaron en Madrid durante el último San Isidro llevaban el luto por su ganadero, también cualquier día portaremos el duelo de la afición.

TIERRAS TAURINAS

Desde hace seis años, la revista francesa Terres Taurines es en el país galo toda una referencia gracias a su singular planteamiento : hacer viajar al lector por las tierras taurinas del mundo entero, aportándole siempre un punto de vista original, el cual se explica por la personalidad polifacética del autor. Universitario, pintor, escritor, caricaturista, periodista, fotógrafo... y matador de toros, André Viard, quien es también creador y presidente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas, abarca en su visión humanista del mundo taurino sus aspectos históricos, técnicos, filosóficos, etnológicos, artísticos, poéticos... y picarescos, lo cual imprime a sus textos y a sus fotos una profundidad y una originalidad únicas.

Cada opus de esta colección que seguirá con periodicidad bimestral (seis al año), ofrece un estudio temático original. Para realizarlos, André Viard ha investigado los orígenes de los encastes y su evolución, consultando los archivos de los descendientes de sus creadores, a los que nunca nadie se le había ocurrido preguntar por los recuerdos familiares, renovando así la visión que podíamos tener de ellos. Y sobre todo, ha caminado detenidamente por las sendas mas escondidas del campo bravo, para retratar al toro en su esplendor salvaje, ofreciéndonos imágenes de una belleza incomparable.

ESPECIAL 35 ANIVERSARIO EL PAIS

Especial 35 aniversario. Es un especial de 196 páginas que recoge los eventos más importantes acontecidos en los últimos 35 años. Igualmente incluye artículos y firmas de destacados columnistas.

El próximo jueves 30 de junio, se entregará de forma gratuita a los compradores de Diario El País este especial “35 aniversario”.

GORMITIS SERIE NEORGANIC.YA A LA VENTA

















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Regeneración de los valores utiliza el potenciómetro *

Para darle las gracias por su servicio traicionero, Magor le ha dado nuevos poderes y la apariencia renovada y reconstruida en su honor, su oscuro y sombrío Tana, trayendo a la superficie y lo que hace aún más grandes y temibles!
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C/ Lumbreras, Sevilla